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San Jacinto - Bolívar

Ludys Carval Zabala

Tejeduría

Tejido en telar vertical, donde se va juntando con paciencia la urdimbre o hilos de base sobre los que se teje verticalmente y la trama que son los hilos horizontales, en donde los dos van formando el tejido de los textiles y figuras propias de la comunidad

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Descripción

Tejido en  telar vertical, donde se va juntando con paciencia la urdimbre o hilos de base sobre los que se teje verticalmente y la trama que son los hilos horizontales, en donde los dos van formando el tejido de los textiles y figuras propias de la comunidad.

Cuando cumplió siete años, Ludys Carval supo que había llegado el momento de aprender a tejer. Todos los días se paraba al lado de su madre y la observaba hacer telas y bolsos con hilos de algodón. Luego agarraba las bolitas de hilo que sobraban y con las manos intentaba imitar los movimientos de su madre. 

Un día su papá (quien se dedicaba a la agricultura) apareció con un regalo para la familia: un telar vertical en el que empezaron a hacer fajas de colores con hilos de algodón. Su mamá le enseñó a manejar la máquina y, a los 13 años, Ludys tejió su primera pieza: una divisoria con tejidos de flores. 

Luego se especializó en arbolitos, un objeto decorativo con forma de árbol que se cuelga en las casas de San Jacinto durante la Navidad, y finalmente se lanzó y empezó a tejer hamacas de diferentes tamaños. Cuando se casó hizo su primer telar con dos pedazos de madera de una vieja cama de la casa de sus padres, y luego compró dos más, de diferentes tamaños, en donde hace hamacas, telas, fajas, bolsos y cojines.

Ludys trabaja cinco horas diarias en su casa, donde tiene decenas de madejas de hilo de algodón procesado. Primero elige los colores que va a combinar y después comienza una ardua labor en la que debe que estar de pie, frente al telar, para poder trenzar el hilo e ir dándole vida a hamacas de rayas, que teje en ocho días, y a hamacas labradas, con diseños geométricos heredados de los antepasados indígenas de la región, en las que trabaja hasta quince días seguidos. 

Moviendo el telar va juntando con paciencia la urdimbre (los hilos de base sobre los que se teje verticalmente) y la trama (los hilos horizontales) hasta lograr una pieza perfecta. San Jacinto, Bolívar, es una tierra de gaiteros y artesanos. Su herencia cultural y artesanal viene de sus raíces africanas y de los indígenas zenú, quienes hace muchos años habitaron la región y fueron conocidos por su abundante producción textil. 

Ese legado se transmitió de generación en generación y se ha mantenido vivo en el municipio gracias a la labor de artesanas como Ludys, quienes se han encargado de preservar el conocimiento del tejido a través de la hamaca, el objeto que ha identificado a San Jacinto en el mundo, y el cual era usado por los zenú en sus ritos fúnebres y como un símbolo de compromiso que el novio le entregaba a la novia. 

Hoy en día las mujeres continúan aprendiendo el oficio mientras los hombres se encargan de construir los telares y comercializar productos que son el resultado de un legado ancestral.

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