Descripción

Artesanías talladas en madera y pintadas con colores brillantes alusivas al Carnaval de Barranquilla, elaboradas por el taller Manuel Pertuz. Elaboran objetos para la cocina y oficina, máscaras tradicionales, entre otros. 

Manuel Antonio Pertuz Mendoza es un tallador de madera del municipio de Galapa en el departamento de Atlántico. Ser artesano para él, es su cédula de ciudadanía, su identidad, lo que le permite darse a conocer local, nacional e internacionalmente mediante las artesanías colombianas. 

En su tierra hay una mezcla de tradiciones africanas, indígenas y españolas, que artesanos como su padre, heredaron y que son la base para desarrollar elementos de festividades. Al principio eran las máscaras en papel maché y luego las de madera, esas icónicas artesanías colombianas.

El Carnaval de Barranquilla, Patrimonio Cultural de la Nación e Inmaterial de la Humanidad, es el encuentro diverso y folclórico que marca el origen de las artesanías en Galapa, Atlántico, como lo explica Manuel Antonio Pertuz Mendoza. 

Nacido a mediados de la década del setenta, pasó su infancia en el campo, fuera de ese municipio, rodeado de una vida de agricultura y ganadería; por eso, es un amante de la naturaleza y la conservación. De niño conoció la camaradería con sus amigos con los que jugaba a la lleva. 

Aprovechaba el tiempo libre para ir a las represas cercanas a pescar morrocoyes, hicoteas, mojarras y coroncoros. Siempre llevaba el sancocho de guandú con bollo de yuca hecho a mano. Le decían el hijo ‘pechichón’ porque su padre le acolitaba todo, a cambio, Manuel le ayudaba en las labores del hogar como por ejemplo a ordeñar las vacas. A su esposa la enamoró bailando el ‘Waka waka’ y está casado desde hace más de treinta años. Tiene cuatro hijos y ya es abuelo.

El municipio tiene un fuerte aporte en la industria cultural en carrozas, danzas y artesanías del Carnaval, un trabajo con el que Manuel siente latente su vínculo como descendiente de los indígenas Mokaná y del cacique Jalapa, así como su relación con las artesanías colombianas y con sus antecesores, los maestros artesanos Francisco Padilla y José Llano. 

Su relación directa con la artesanía empezó a los 18 años cuando su hermana se casó con un carpintero y Manuel entró a trabajar en los talleres de talla en madera para balcones y puertas, luego profundizó su conocimiento en 1991 con Artesanías de Colombia en el proyecto para fomentar el desarrollo cultural. Desde hace nueve años es docente y  trabaja en el desarrollo de la transmisión cultural a través de los elementos en madera. En 1993 le da vida a Toro Miura, en homenaje a la danza tradicional a nombre del animal. 

Empezó con las máscaras trabajando en el diseño, la limpieza, el corte, la línea, los planos,  mezclando tres estilos: como las hacía su papá, geométricas; como las de Rebolo, abstractas;  y como las de Malambo, realistas. Incorporó los tres conceptos y luego, diversificó estas artesanías colombianas en piezas útiles para la casa, la cocina y la oficina. Ya tiene cerca de 3 000 ítems. 

Para cada pieza, primero hace un estudio de las maderas. Su preferida es la ceiba roja, la corta con máquina ya no con serrucho, como se hacía originalmente. El 10 % de su proceso es industrial y 90% manual, un trabajo de él con herramientas de talla. 

El acabado de sus artesanías colombianas es emblemático, luego viene el armazón para estructuras con incrustaciones, sigue el lijado, la pule, y luego una base de vinilo para cubrir porosidades, finalmente el esmalte, y queda lista una pieza de carnaval, pero hecha para adornar la vida misma.